Mediadores de lectura

Concepto

En la creación de hábitos lectores, sobre todo en los períodos de la infancia y la adolescencia, es muy importante la figura del mediador, papel que suelen cumplir adultos con perfiles específicos: padres, maestros, educadores sociales, trabajadores sociales o bibliotecarios, aunque, en buena lógica, deberíamos considerar también como tales a los editores, a los autores o a los libreros. Debe entenderse la figura del mediador de lectura como un puente o enlace entre los libros y los primeros lectores, que propicia y facilita el diálogo entre ambos.

El mediador fomentará las primeras tendencias lectoras, consolidándolas con las estrategias más adecuadas en cada momento. Su trabajo es esencial, pero también complejo, particularmente en el ámbito escolar, entre otras razones porque deberá trabajar con lecturas de diverso tipo, con las que pretenderá lograr diversos objetivos: información, instrucción, diversión, imaginación, etc., lo que no deja de provocar ciertas confusiones.

El mediador de lectura debe formarse a lo largo de un proceso amplio, organizado, coherente y comprometido, en el que se unirán conocimientos generales y específicos, competencias profesionales, espíritu crítico, capacidad para la intervención comunicativa, creatividad, criterios socializadores, humanismo y capacidad para entender y atender la diversidad cultural.

Análisis

El mediador, sobre todo si es docente, no debe olvidar que hacer lectores en el ámbito escolar tiene una serie de dificultades, cuyo conocimiento le ayudará a superarlas en muchos momentos. Las causas que provocan esas dificultades son variadas: desde el aprendizaje de los mecanismos lectoescritores como una actividad mecánica, sin la necesaria atención a los aspectos comprensivos, hasta la excesiva instrumentalización escolar de la lectura, pasando por las diferencias en los niveles de adquisición de la lengua de expresión y en experiencias lectoras previas de los alumnos, o por la consideración social de la lectura como una actividad seria aburrida, o por la falta de ambiente de lectura en el entorno extraescolar del niño.

En esos casos, el mediador cumple el papel de primer receptor del texto, siendo el lector infantil el segundo receptor, algo que es fácil de percibir en la literatura infantil, porque es una literatura que se dirige a unos lectores específicos (Lluch, 2003: 28). El mediador facilitará ideas y caminos para realizar las lecturas, también para elegirlas, porque el destinatario de las mismas es todavía un ser en desarrollo, con poca experiencia de contacto consciente con los textos literarios (su experiencia se suele limitar a la literatura oral) y con una pequeña competencia enciclopédica.

Pero el mediador de lectura no es un mero promotor de la misma (esta figura pertenece más al ámbito institucional o administrativo) ni tampoco un mero animador (una figura técnica válida para un momento concreto de la mediación, pero no para todo el proceso que requiere). Lo entenderemos mejor si pormenorizamos las principales funciones del mediador en lectura:

1. Crear y fomentar hábitos lectores estables.

2. Ayudar a leer por leer, diferenciando claramente la lectura obligatoria de la lectura voluntaria.

3. Orientar la lectura extraescolar.

4. Coordinar y facilitar la selección de lecturas según la edad y los intereses de sus destinatarios.

5. Preparar, desarrollar y evaluar animaciones a la lectura.

Implicaciones

No todo el mundo cree en la conveniencia de que exista el mediador de lectura, ya que la decisión final en la elección de un libro la debe tener siempre el lector, pero una intervención mediadora fundamentada aportará soluciones ante las dudas y facilitará la decisión en la elección de la lectura adecuada en cualquiera de los ámbitos clave de la lectura y, por tanto, también de la mediación lectora:

• La familia. El entorno más inmediato en que transcurren los primeros años de la vida y el lugar idóneo para el descubrimiento de la palabra por medio de la oralidad; un ámbito que no conlleva el aprendizaje de la lectura de las palabras escritas, y en el que la responsabilidad es de los padres.

• La escuela. Un ámbito de obligado cumplimiento, en el que se aprende a leer las palabras escritas y se empieza a entender el significado de esas palabras. Es el ámbito de la primera lectura comprensiva. La responsabilidad es de los docentes, pero sin que los padres deban permanecer totalmente al margen.

• La biblioteca. A diferencia de los anteriores, es un ámbito indirecto, porque el acceso a ella es, y debe ser, voluntario, aunque el acceso a la biblioteca puede realizarse en busca de lecturas placenteras (ocio) o en busca de lecturas instrumentales (estudio), pero siempre por iniciativa propia. La responsabilidad es de los bibliotecarios. La biblioteca es patrimonio de una comunidad; en ella los lectores aprenderán a compartir y respetar los bienes comunes: libros y otros materiales a disposición de todos los usuarios.

 

Referencias

Cerrillo, P. C. (2007), Literatura Infantil y Juvenil y educación literaria, Barcelona: Octaedro.

Lluch, G. (2003), Análisis de narrativas infantiles juveniles, Cuenca: Ediciones de la UCLM.

Fecha de ultima modificación: 2014-04-07